"A Tornallom" es un documental sobre la actividad progresista realizada en Valencia por nuestro gobierno en contra de las familias que vivian en La Punta. Creo necesarío no describir el documental, esperando que quien haya llegado a ver este blog, y en consecuencia leer la reflexión que realicé, pueda acceder a él en la siguiente dirección : pluralia.tv, archivos documentales. Por mi parte, verlo, es completamente recomendable.
13 de Noviembre del 2008.
A Tornallom: Expresión que significa todos juntos, en colaboración, ayudándose sin el dinero de por medio.
He visto el documental al menos tres veces. Realmente salí de clase después de ver el video muy reflexiva. Pero especialmente muy indignada por desconocer algo tan importante que había sucedido en mi ciudad. Lo primero que hice al llegar a casa fue preguntarles a mis padres que sabían del tema. Ambos tienes unos amigos que viven en la Punta y, sorprendentemente sabían algo, les “sonaba”, pero tampoco exactamente lo que había sucedido.
¿Por qué este desconocimiento? ¿Será cierto que realmente por lo que hemos aprendido o por cómo nos hemos desarrollado somos seres que no ven más allá de sus cosas más cercanas o sus intereses? ¿Podemos únicamente culpar de esta desinformación a los medios de comunicación? Obviamente los medios de comunicación juegan un papel importante en la información de los sucesos, pero hay que recordar que en nuestra democracia la “libertad de prensa” puede llegar a ser fácilmente manipulable e influenciable, o más bien, poco objetiva. Y contestando a la pregunta anterior a esta, creo que muchos de nosotros sí nos mostramos ciegos ante sucesos que, estando sólo a 13 kilómetros, vemos muy lejanos. Y aquí es donde aparece nuestra carencia: la capacidad de implicación.
Una falta de implicación que quizás venga de la mano del denominado progreso, que imparten nuestros tan progresistas representantes. Un progreso que ellos entienden en relación a estos términos: dinero, mercado, maquinas, asfalto, turismo y más dinero. Y una democracia que representa a los que lo entienden como ellos, olvidando a quien asocia progreso con humanidad, libertad, familia, naturaleza y bienestar. Y a los que relacionan la democracia con (repetimos) libertad, participación, elección, implicación del ciudadano, respeto y representación de todos los votantes. Con lo cual, llegamos a la conclusión de cómo se pueden realizar diferentes apreciaciones de los mismos términos.
Realmente bajo mi modesta visión de la política muchos o bastantes políticos de nuestra democracia comparten los significados de estos términos que enfatizan con el progreso desde connotaciones únicamente económicas. Olvidando así al agricultor, al ganadero, al obrero y al ciudadano de clase media (todos ellos votantes en nuestra democracia).
¿De qué manera creo yo que desde nuestra posición podemos ayudar a cambiar estas “deformaciones de términos”? Pues desde los asuntos culturales y educativos a los que tendremos acceso. Porque un profesor si puede participar en dar las diferentes apreciaciones que tiene la palabra progreso, esperando que algunos de los niños no lo entiendan como en relación a la satisfacción monetaria en detrimento de la calidad humana, familiar, del respeto y del bienestar que participa con la implicación de los seres humanos y la Naturaleza, y sin saber si, quizás uno de esos niños pueda convertirse en político o simplemente en una persona implicada (y con esto último ya deberíamos sentirnos satisfechos).
Al fin y al cabo la palabra sólo es definida así por la Real Academia Española:
Las matizaciones las realiza cada uno, ya que, al menos en eso, sí somos libres de decidir.
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